La contaminación del agua constituye una crisis mundial creciente. ¡Esto es lo que hay que saber!
Las fuentes de agua dulce del mundo reciben contaminantes procedentes de una amplia gama de sectores, que amenazan la salud humana y de la fauna.
Desde grandes trozos de basura hasta sustancias químicas invisibles, una amplia gama de contaminantes termina en los lagos, ríos, arroyos, aguas subterráneas y, finalmente, en los océanos de nuestro planeta. Esta contaminación del agua, exacerbada por la sequía, la ineficiencia y el aumento de la población, ha contribuido a una crisis del agua dulce que pone en peligro las fuentes vitales en las que dependemos para el agua potable y otras necesidades esenciales.
Los estudios científicos dirigidos por personas como Perry Bartlet, del Instituto Federal de Investigación Forestal, de la Nieve y del Paisaje (WSL) de Suiza, y África Flores, han alertado sobre la presencia de una amplia gama de contaminantes en todo el mundo. Desde restos plásticos hasta la detección de sustancias como “nicotina y antidepresivos en aguas de la Antártida”, estos hallazgos subrayan la gravedad y la diversidad del problema.
Uno de los contaminantes más preocupantes identificados en el agua del grifo es el grupo de productos químicos conocidos como PFAS, revela la investigación. Utilizados para conferir resistencia a la humedad, el calor y las manchas en artículos de uso cotidiano, estos compuestos, como señala el estudio, pueden tener una vida media tan larga que se les conoce como “la sustancia química eterna”.
Las actividades humanas, como la agricultura y la urbanización, han sido identificadas como principales contribuyentes a la contaminación del agua. Por ejemplo, el 70% del agua tanto de superficie como subterránea se destina a la irrigación de campos, según la Agencia Espacial Europea. Esta presión sobre los recursos hídricos es especialmente preocupante dado que solo el 2,5% del agua del planeta es dulce y solo el uno por ciento de esa agua dulce es fácilmente accesible, con una gran parte atrapada en glaciares y campos de nieve remotos.
Incluso en los ecosistemas aparentemente más remotos, como los picos más altos del planeta, el agua no está a salvo. Las cordilleras, que cubren una cuarta parte de la superficie del planeta, están experimentando cambios fundamentales debido al calentamiento global, lo que afecta tanto a las poblaciones locales como al equilibrio natural del agua en la Tierra.
Las consecuencias de la contaminación del agua son graves y diversas. La proliferación de algas debido al exceso de nutrientes puede crear zonas muertas en las que la vida acuática no puede prosperar. Además, la contaminación afecta la salud humana y la calidad de vida, con millones de personas expuestas a agua contaminada que puede transmitir enfermedades peligrosas, como el cólera y la fiebre tifoidea.
A pesar de los esfuerzos regulatorios y científicos para abordar este problema, la contaminación del agua sigue siendo un desafío urgente. Se necesitan medidas tanto a nivel gubernamental como individual, desde regulaciones más estrictas hasta prácticas sostenibles en el hogar y la comunidad, para proteger nuestros recursos hídricos y garantizar un futuro seguro y saludable para todos.